La sanción a un ciudadano español por portar una bandera republicana durante un partido de balonmano, con la excusa de que la bandera pueda incitar a la violencia, es síntoma del alto nivel de intolerancia y resentimiento por parte de aquellos herederos de quienes destruyeron la democracia hace décadas.

El pasado 7 de abril de 2012, en un partido de balonmano entre las selecciones de España y Argelia, un aficionado portaba una bandera de la República Española, motivo por el cual fue expulsado, identificado y expedientado, en virtud de la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte.

Meses después, el Gobierno argumentaba, ante una pregunta parlamentaria sobre tal suceso, que "portar una bandera republicana no es un comportamiento que per se incite a la violencia", pero "son las circunstancias en un contexto concreto, como en este caso, las que determinan, a juicio de los agentes responsables de la seguridad del evento, si puede convertirse en un acto de incitación a la violencia"[1]. Lo que en resumidas cuentas se puede interpretar como que la condición de incitación a la violencia de la bandera republicana queda al arbitrio de los responsables de seguridad de turno de cualquier evento deportivo. Algo de cierto hay acerca de la incitación a la violencia por parte de la bandera de la República Española. Para ello hay que trasladarse a los días previos al 18 de julio de 1936, cuando el exiliado Alfonso XIII conspiraba con Benito Mussolini, junto a banqueros y grandes empresarios españoles, el derrocamiento de la República[2]. En poco tiempo estallaría la violencia, en la que un ejército apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista aplastaría las ilusiones de un pueblo que, por primera vez en su historia, se había sentido soberano y dueño de su propio destino. El Gobierno legítimo de la República acabaría finalmente depuesto a manos de unos generales traidores a su patria, con decenas de miles de muertos a sus espaldas. La violencia, sin embargo, no terminaría tras la Guerra Civil, acentuada ésta a base de represión contra cualquier sospechoso de simpatizar con el bando vencido.

En palabras de quienes sufrieron la violencia franquista, "la constante humillación y la enorme opresión psicológica, emotiva e intelectual, era totalitaria, pues invadía todos los resquicios de la persona, incluyendo su identidad"[3]. No se puede olvidar que aquella dictadura fue enormemente represiva: por cada asesinato que cometió Mussolini, Franco cometió diez mil. A día de hoy, 120 mil personas continúan desaparecidas[4]. Innumerables españoles fueron asimismo encarcelados, torturados y exilados durante casi cuatro décadas.

Volviendo al presente, hay que reconocer que la aparición de banderas republicanas en eventos deportivos no es nada nuevo ni extraño, como tampoco lo es cuando se trata de banderas preconstitucionales, mucho más comunes y numerosas. En todo caso, los sucesos de violencia en campos y canchas deportivas suelen estar asociados a los ideales ultras que simbolizan estas últimas[5], cuyos portadores suelen simpatizar con aquellos violentos que sumieron a todo un territorio bajo el yugo del miedo.

La bandera republicana, sin embargo, "liga las demandas presentes de un mundo mejor con nuestras luchas y las de nuestros antepasados para establecer otra España, la España de los distintos pueblos y naciones de España, frente a esta España del establishment, cuyas políticas están causando un enorme dolor sin que tengan ningún mandato popular para llevarlas a cabo pues nunca estuvieron en sus ofertas electorales"[6].

Cualquier censura a la bandera republicana viene a demostrar el alto nivel de intolerancia aún presente en algunos sectores, quienes mantienen un alto resentimiento hacia aquellos que defienden los valores de la democracia, la libertad y la igualdad entre las personas.

0 comentarios:

Publicar un comentario